Tras escuchar y cantar la canción de Flama y sus amigos en la asamblea, pasamos a recordar las emociones trabajadas hasta ahora. Para ello, nos apoyamos en los pictogramas e imitamos la expresión facial que implica cada emoción.
A continuación, escuchamos breves fragmentos de músicas diferentes. Los niños/as debían escucharlas atentamente, y después de cada una de ellas comentamos qué nos había hecho sentir a cada uno de nosotros/as. Las músicas fueron: BSO de La profecía, Aleluya de Haendel, Time de Hans Zimmer, marcha fúnebre de Chopin, BSO de Drácula, marcha Radetsky de Strauss, y un sonido sinusoidal (que escuchamos sólo una par de segundos, porque a todos nos resultó muy desagradable, y todos dijeron a la vez que les hacía sentir ¡rechazo!).
A continuación, nos sentamos en las mesas y repartimos una ficha por niño con dos imágenes de Flama con la cara en blanco, y tenían que dibujar sobre ellas los rasgos faciales de la emoción que les sugerían las músicas (esta vez dejamos sonar cada una más tiempo, para que la dibujaran mientras la escuchaban). Las músicas que escuchamos para dibujar tenían bastante contraste (fueron la BSO de Drácula y la marcha Radetsky, por lo que la mayoría las asociaron al miedo y a la alegría respectivamente). No obstante, insistimos en que cada cual dibujara sobre Flama la emoción que a él le hiciera sentir la música. No hay respuestas correctas o incorrectas, todas son válidas, puesto que la asociación de emociones no es universal.
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